miércoles, 16 de julio de 2014

Vivir sin amigos no es vivir

"Vivir sin amigos no es vivir" decía Cicerón. No me puedo imaginar mi vida si no contara con la dicha de tener buenos amigos.
Sólo un verdadero amigo está dispuesto a tirar sus huayas y correr veloz para rescatar a su amigo que ha caído del muelle.
Sólo un amigo de los buenos te carga hasta tu cama, después de una buena borrachera con tequila. Sólo los buenos amigos te dejan oler sus pedos. Sólo un verdadero amigo te pide que seas su padrino de boda. Sólo una amiga de verdad te ayuda en lograr tu sueño más grande. Sólo una amistad sincera te da noticias en primicia Sólo un verdadero amigo escucha tus secretos más profundos y sigue junto a tí. Sólo uno verdadero te dice con la firmeza necesaria, que la has cagado y no puedes seguir en lo mismo.
No puedo decir que me he ganado la amistad de tantos buenos amigos, no creo haber hecho gran cosa para merecerla, más bien, todos ellos me la han dado gratuitamente. Experimentar el cariño de tantas personas me hace sentir mucha gratitud hacia ellas y felicidad de la buena.
Con todas estas vivencias, que se han acumulado a lo largo de muchos años, he ido descubriendo la importancia de sentirme acompañado y también de acompañar. Aprender a disfrutar la compañía de tus amigos, sin tener tantas expectativas, aceptando a las personas como son, apreciándolas cada vez más gratuitamente. Queriéndolas tanto, que hasta te "peleas" por pagar la comida.
A veces la vida nos distancia, pone muchos kilómetros de tierra y mar entre los amigos. Pero ha visto que no ha sido suficiente para que la amistad muera. Con mucho gozo disfruto de la convivencia con los amigos que regresan, aunque sea temporalmente, a estas tierras y comparten sus vivencias.
El tiempo tampoco es definitivo. Tengo amigos que he dejado de ver hasta por años, y sigo alegrándome de reencontrarlos, de ver como ellos disfrutan su propia vida, como sonríen con sus logros y se enfrentan a los fracasos, pero sin perder la esperanza.
Recordar es volver a vivir, y traer a la memoria a mis amigos, las anécdotas que compartimos juntos, lo mucho que nos reímos, las veces que compartimos nuestras penas, me hace sentir deseos de ser cada vez mejor amigo, de convivir más, de acompañar mejor. Me dan ganas de mandar un whatsapp o un inbox, sólo para decir - Hola, ¿cómo te va? -

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