jueves, 8 de mayo de 2014

No creo en la fatalidad

No creo en la fatalidad como destino, como la suerte ya echada, en donde no podemos más que resignarnos a vivir la vida que nos toca vivir. No creo en la inevitabilidad de los eventos, ni en una vida sin esperanza de cambio y mejora.

Por eso decido escribir, porque las ideas escritas perduran y pueden dar sentido al ánimo que impulsa nuestras acciones para vivir mejor. Me gusta pensar, analizar, hacer crítica y compartirla con otros en una buena charla, o un debate ríspido. Pero hacía tiempo que no escribía mis ideas, que no me daba el lujo de ordenarlas en un texto, con lógica y coherencia, para mandar un mensaje a mis lectores, para dejar una aportación, aunque sea breve, al cúmulo de buenas intenciones por lograr un mundo mejor.
Hoy me doy la oportunidad de abrir mi mente para dejar fluir en letras las ideas que me aquejan constantemente, que me inquietan a veces sin razón, que me invitan a llenar mi boca de adjetivos calificativos, o al contrario, que me piden guardar silencio. Hoy escribo porque me siento invitado a compartir estas ideas con otras personas, lograr transmitir una mirada crítica, pero positiva de la vida diaria, de esas cosas que nos importan de verdad a los simples mortales.
Escribo hoy porque hay cosas que no se han escrito, porque si se han escrito, nadie las ha escrito como yo las escribo, ni las escribirá nadie.
Si me lees, leerás algo de mi vida, de mis experiencias, de lo que soy y de lo que me gusta. Algunos dicen que está prohibido hablar de sexo, política, religión y fútbol, pero te adelanto algo, sin pretender que esto sea una advertencia: estoy casado, me gusta la política, soy católico y no practico deportes.
Ah, y un dato extra: me encanta la música de Joaquín Sabina.
En este blog no hay camino, se hace camino al andar.

Andrés



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